viernes, 7 de enero de 2011

¿CRECIMIENTO O SARROLLO?


Eduardo Arroyo/ Docente de la Universidad Particular Ricardo Palma.

El Perú crece gracias a la minería, la pesquería y la construcción. Carentes de un Proyecto Estratégico de Desarrollo Nacional, nos hemos convertido históricamente en un abastecedor mundial de materia prima.
Muchos creen que el aumento del Producto Bruto Interno (PBI), es decir, lo que se produce al año, significa desarrollo. Pero basar el crecimiento del Perú en la venta de materia prima, no nos da perspectivas futuras. Es seguir haciendo lo mismo que hace quinientos años.
Desarrollo es calidad de vida y bienestar. Naciones Unidas llama a desarrollarnos generando trabajo, educación, salud, vivienda. Hay pues que apostar por el crecimiento con desarrollo.
Un proyecto estratégico prefigura qué tipo de país se quiere forjar debiendo invertir más de 10% en educación. No más analfabetos. La educación pública recupera su rol central, congregando a los mejores docentes y devolviendo al profesor el grado de amauta, maestro inculcador de valores, con sueldos dignos. Añadamos la alimentación a la población escolar y universitaria. No más fariseismo de sostener que ellos son el futuro de la patria. Ellos son nuestro presente, son la mayoría nacional y su situación nos reta e interpela.
Hay que invertir 10% del presupuesto nacional en investigación; 10% en salud; 10% en vivienda, 10% en industria, 20% en agricultura, 20% en armamento y sueldo de Fuerzas armadas y policiales, para tener una sensata capacidad disuasiva. El resto del presupuesto hay que dejarlo para las épocas de escasez y crisis.
Por otra parte, el trabajo sigue siendo la madre de la riqueza. Sólo habrá trabajo si el Estado sienta en la mesa de negociaciones al capital transnacional, al gran capital nacional, a los medianos y pequeños productores y negocia en bien de todos los peruanos echando a andar la maquinaria productiva nacional. Un proyecto estratégico de desarrollo requiere de capital extranjero invertido allí donde lo demande el gobierno nacional y pagando los impuestos de ley.
Este proyecto reivindica el papel de la ética en la política y la política se convierte en tarea de servicio. Nada de escándalos en donde no se pena a nadie ni chanchullos en los que se negocian las riquezas del país. Si solo prima la ley de la ganancia y no los valores patrióticos y soberanos, seguirá habiendo corrupción, desnacionalización de la economía y chilenización de nuestros mercados.
Sin un sistema guiado por las necesidades humanas, primará la exclusión social. Hay que marchar a una real descentralización dando a cada región lo que le corresponde, fomentando el amplio desarrollo local y regional y, a su vez, cubierto el mercado interno, ubicarnos en el concierto internacional compitiendo cuidando siempre nuestros recursos. Fortalecer el mercado interno y externo, en esta etapa de globalización, en que tenemos grandes posibilidades de éxito si sabemos abrirnos a nuevos mercados sin intervencionismo de ningún otro país. Es más, en un mundo multilateral, lo nacional pasa por la autonomía de proyectos como por la participación activa en los proyectos de unidad continental.
La construcción de nuestro país pasa por dotarse de un marco legal adecuado al siglo XXI, que le permita enrumbarse con claridad hacia el futuro fortaleciendo su mercado endógeno como su presencia en la escena internacional, no sólo a través de la venta de su materia prima eternamente sin el valor agregado que da su industrialización sino con nuestra competencia a partir de nuestra diversidad cultural como nuestra biodiversidad, el carácter trabajador de los peruanos, su emprendedorismo y su amplia creatividad e ingenio para asumir las tareas. Ya la presencia de grupos empresariales nacionales en la escena local como mundial y nuestros triunfos en la gastronomía, literatura, cinematografía dibujan y perfilan lo que se pueda lograr colectivamente como ente peruano con un Proyecto que le dé un norte, una brújula a los intentos del país para asir con serenidad y seguridad su destino.

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