miércoles, 24 de abril de 2013
¿Día del idioma?¿o Día de la lengua castellana?
23 de Abril
Toda lengua es una concepción del mundo, dijo certeramente hace dos siglos el filólogo alemán Wilhelm von Humboldt. Esa afirmación, revalorada por la lingüística del siglo XX, implica que toda lengua revela no sólo la forma peculiar como sus hablantes han inventariado y organizado lo que a lo largo de los siglos han ido captando de la realidad mediante los sentidos y el raciocinio. Implica, asimismo, que en toda lengua subyace un conjunto de ideas, valores, sentimientos, juicios y prejuicios sobre diversos aspectos de esa interpretación de la realidad. Y si los hablantes de una lengua determinada poseemos esos conceptos y sentimientos es porque nuestra sociedad –familia, vecinos, escuela, colegas, amigos, etc.–nos los enseñan mediante, justamente, la lengua.
Piénsese, por ejemplo, en los significados y connotaciones positivas y negativas que el castellano hablado en el Perú nos enseña conpalabras como negro, zambo, gringo, blanco, cholo, limeño, serrano, costeño, selvático, peruano, extranjero, nacional, importado, chino, japonés, yanqui, americano, europeo, latino,profesor, ingeniero, doctor, catedrático, político, periodista, artista, mujer, indígena, camionero, verdulera, sirvienta, empleada doméstica, indio, castellano, quechua, lengua vernácula, folclórico, idioma, dialecto, civilizado, primitivo, salvaje,etc. Palabras como ésas, aparte de su significado lato, poseen fuertes connotaciones que manifiestan lavaloración con que el hablante peruano se refiere a determinado ser o aspecto de la realidad.
Es cierto que esos significados y connotaciones nos los da la lengua –mejor dicho, la variedad que de ésta utiliza nuestro grupo social–,lo cual podría servir de excusa y aun de justificación…porque “así es… ésa es la realidad… por eso existen esas palabras…”. Pero, no. No es “que así sea la realidad”, sino que es una interpretación recibida como una cultura, una concepción del mundocreada por los propios hablantes a lo largo de siglos. En consecuencia, si por una parte tenemos de la realidad una visión que heredamos con la lengua, por otra también tenemos la posibilidad –y el deber– de participar conscientemente en su modificación, en tanto toda lengua es un producto social, una hechura de sus hablantes. En este sentido, la lengua refleja a sus creadores y usuarios.
Como muestra de imprecisiones y prejuicios lingüísticos y de cómo debemos cambiar una expresión para comenzar a conjurarlos y remediarlos, veamos dos casos. Uno de ellos es el “Día del indio”, establecido en 1940 por la Primera ConferenciaIndigenista Interamericana, en Pátzcuaro, México,para propiciar el estudio de su problemática. En cambio, entre nosotros aquel día degeneró en un protocolo hipócrita: era un feriado no laborable en que ministros y alcaldes colocabanflores ante el monumento de Manco Cápac; las radios transmitían canciones como Vírgenes del sol y La pampa y la puna; los escolares recitaban ¿Quién sabe, señor?(Indio que asomas a la puerta de esa tu rústica mansión…) y los diarios publicaban artículos sobre las glorias incaicas según la visión idealizada e inexacta de Garcilaso.Todo eso no habría estado del todo mal si no hubiera sido porque era unaforma de ocultar que en el Perú la explotación del indio ––denunciada porHuaman Poma en el siglo XVII, por González Prada en el XIX y por Mariátegui en 1929––continuaba en la segunda mitad del siglo XX, a lo que se añadía un creciente desdén y aun desprecio de sus lenguas y culturas.
Pasó algo similar con el “Día de la raza” (12 de octubre) con que se celebraba la llegada de Colón a América. Obviamenteerael día dela razaespañola, que bien podrían celebrar los blancos descendientes de los peninsulares que vinieron a “hacer la América”, los “criollos” , es decir, losnacidos en América que por tener padres españoles se consideraban españoles. Pero, en el Perú, los blancos siempre fueron pequeña minoría, pues el mestizaje comenzó con Pizarro, Almagro y sus compañeros de armas y se acrecentó a todo lo ancho y largo del Perú durante tres siglos de coloniaje. Por eso, celebrar el “Día de la raza (española)” era una manifestación de racismo en un país donde, como dijo Ricardo Palma hace casi siglo y medio: quien no tiene de inga tiene de mandinga. Era patético ver y oír a alumnos negros, zambos, indios, cholos y blancos “sacalagua” celebrar “el día de la raza”, de modo que, en la agitada década de 1970 el Día de la raza pasó a llamarse Día del Descubrimiento de América, nombre después objetado al acercarse la conmemoracióndel medio milenio del arribo de Colón en 1492, aunque no se logró sustituirlo porel propuesto “Día del encuentro de dos mundos”.
Valga el preámbulo con motivo de la celebración del “Día del idioma”, expresión que revela una posición racista en tanto discriminatoria de las lenguas vernáculas. En efecto, ese día en diarios, escuelas y colegios suele decirse generalidades sobre el castellano y hacerse referencia a la gran novela de Cervantes, Don Quijote de la Manchacomola obra cumbre del Siglo de Oro de la literatura española, sin tratar de ella algo más que el tópico del idealismo y pragmatismo contrastados por su protagonista y antagonista, y aun esto de un modo asaz esquemático, que da la razón a unas dolorosas palabras de García Márquez: cuando un pueblo deja de leer a un escritor, locelebra. Naturalmente no se menciona para nada al otro medio centenar de leguas vernáculas repartidas en todas las regiones o departamentos con excepción de Tumes, Piura y La Libertad.
Cabe preguntar ¿por qué pensar en el castellano como idioma por antonomasia? Limitar la idea de“idioma” al castellano es un error conceptual que en el Perú implica, además, una discriminación lingüística y una cerrazón de ojos y oídos ante una realidad que a muchos les cuesta aceptar: el Perú es multilingüe, y el castellano no es “el idioma”ni “el idioma del Perú” sino “nuestra lengua mayoritaria”.
Por otra parte, un alto porcentaje de nuestros hispanoparlantes son en realidad vernaculohablantesqueaprendieronel castellano en la escuela como su segunda lengua. Lamentablemente, para la mayoría de ellos, ese aprendizaje a lo largo de su educación inicial (si la tuvieron) y primaria fue incompleto y deficiente porque, hasta hace pocos años, el castellano se “enseñaba” a los niños vernaculohablantes monolingües o bilingües incipientes con el primitivo recurso de hablarles sólo en castellano, ayudándose a ratos con la traducción, con un docente sin capacitación en la didáctica de una segunda lengua y que muchas veces no hablaba la lengua de sus alumnos, y además desprovistos deguías didácticas y material educativo ad hoc.
¿Cómo enseñar eficientemente el castellano en esas condiciones? ¿Cómo aprenderlo así? Claro, tras varios años de ímprobos esfuerzos, los alumnos algo llegan a aprender. En realidad, muy poco, muy mal y a un alto costo, como lo revelan los altos porcentajes de fracaso escolar y deserción en la primaria. Y cómo lo revela, asimismo, el nivel de manejo del castellano con que llegan a la secundaria. Querer enseñar castellano a los vernaculohablantes sin una metodología especializada, sin guías y sinmateriales educativos ad hoc es técnicamente inaceptable. Y pretender quecon el simple recurso de hablarles en la lengua que desconocen aprendanademás las diversas áreas curriculares, es tan disparatado y cruel como sería tratar de enseñar a jugar water polo a niños que no saben nadar y a quienes ––¡para que aprendan a nadar y a jugar!–– se les tirase a la piscina. Lógicamente, algunos se ahogarían, otros huirían de la piscina, y aunque muchos algo aprenderían denatación y water polo también quedarían traumatizados.
Consecuencias como ésas las vemos actualmente enla Educación a Distancia que ejecutamos en el Proyecto PERUEDUCA en17 departamentos con alumnos que en un 75% son vernaculohablantes. Aunque la Educación Bilingüe Intercultural es una hermosa realidad en creciente expansión, aún no llega a todos los que la necesitan. Esa falencia explica por qué los alumnos vernaculohablantes que ingresaron a nuestro servicio de Educación Secundaria Rural a Distancia entre 1999 y 2005 lo hicieron tras haber estudiado primaria tradicional, no bilingüe. Por ello nos llegaronhablando con timidez y vergüenza un castellano muy pobre, con gravesdefectos de comprensión no sólo de lectura sino también de lo que escuchan, con pobreza lexical y abundantes defectos gramaticales en la construcción de oraciones y párrafos, sin contar los menos serios pero también importantes aspectos de la pronunciación, ortografía y caligrafía.
Podría pensarse que es un problema de vernaculohablantes. Pero, no. Tampoco es bueno el nivel de castellano que muestran los alumnos hispanohablantes monolingües al ingresar al primer año de educación secundaria a distancia. En ellos el castellano es su lengua materna, de modo que tienen el apoyo lingüístico permanente y exclusivo de su entorno familiar y comunal, y no sufren la interferencia de otra lengua. Sin embargo, su castellano es pobre y defectuoso por su poca práctica comunicativa a causa de vivir en ambientes rurales aislados y de población dispersa, y por su falta de oportunidades de lectura fuera del aula.
Por esa crítica situación lingüística, en Educación Secundaria a Distancia, aparte del área curricular de Comunicación, creamos la complementaria de Reforzamiento del Castellano con dos horas semanales para la lectura con ejercicios de comprensión y de expresión oral y escrita (libros Construyendo 1, 2, 3, 4 y 5) que incluyen materiales para su enriquecimiento lexical y guías para el docente. Sin embargo, somos conscientes de que aún falta mucho por hacer.
Es decir, en el Perú, la enseñanza del castellano es un problema no sólo aún no resuelto sino, desde siempre, urgido de mejor atención en la educación inicial, primaria, secundaria y superior. Por ello debe aprovecharse la ocasión para continuar planteándose y discutiéndose problemas y soluciones en una fechaque no debe llamarse “Día del idioma” sino “Día de la Lengua Castellana” para corregir el yerro y además ser coherentes en tanto existe el Día de las lenguas vernáculas.Es más, la conmemoración del “Día de la Lengua Castellana”debería abarcar los diversos campos de la problemática de su enseñanza (en inicial, primaria, secundaria y superior), sus componentes (métodos, materiales y docentes) y sus dos variantes: el castellano como lengua materna y como segunda lengua.
¿Conmemorarlo así no sería más acertado que limitarnos a volver una y otra vez a recordar superficialmente a Cervantes, colocar flores ante su busto y comentar a las volandas el Poema de Mío Cid o la dualidad de Don Quijote y Sancho Panza?
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