miércoles, 7 de agosto de 2013

EL PUEBLO PERUANO RENOVÓ SU ESPERANZA Y FE EN EL SAGRADO MADERO DE MOTUPE

Lambayeque


El pueblo peruano renovó su esperanza y fe en el sagrado madero de Motupe.

Miles de peregrinos participaron de la solemne misa en el día central, presidida por monseñor Jesús Moliné.
Iván Vásquez Ponce
Chiclayo

Un Sol radiante iluminó ayer la ciudad de Motupe cuyos habitantes se congregaron al igual que miles de visitantes de otras regiones del país y del mundo, frente al templo de San Julián, para participar de la santísima misa en honor a la venerada Cruz de Motupe, en el día central de la festividad, que fue presidida por el obispo de Chiclayo, monseñor Jesús Moliné Labarta.

“El hombre debe mirar a Cristo a través de la Cruz, debe hacerlo para encontrar el camino correcto y encontrar la paz. Todas las actitudes y actividades del hombre deben ser de amor, porque Jesús fue amor, no podemos ser de otra forma. Si Dios mandó a su hijo para salvarnos, imagínense, qué no nos dará para salvarnos y que seamos felices”, manifestó monseñor Jesús Moliné durante la homilía frente al parque principal.


“El hombre tiene que entender que debe ser correcto, tiene que cambiar si va por el sendero equivocado. De nada vale que haya mil policías en las calles, que haya muchas cárceles, que se lo juzgue con los mejores jueces, si es que el hombre no decide, en su interior, ser una persona de bien, si es que en los hogares, si es que los padres no crían a un hombre de bien”, añadió monseñor.

Terminada la santa misa, miles de devotos continuaron adorando y dando gracias a la Cruz por los dones y milagros concedidos. Largas colas, de más de tres cuadras, se formaban cerca de la iglesia. Un señor de Chimbote agradecía como todos los años a la Cruz, por haberlo curado del cáncer; otras madres ofrendaban a sus hijos y los ponían bajo la protección del sagrado madero; las personas más mayores agradecían por la desaparición de sus enfermedades o molestias o porque había regresado el hijo que estaba lejos.


En horas de la tarde, la Cruz salió en apoteósica procesión por las principales calles de la ciudad en compañía de los fieles de todas las edades que pugnan por cargar en hombros la pesada anda o tocar el madero sagrado. Esta procesión se prolonga hasta altas horas de la madrugada, mientras que a las diez de la noche se dio inicio a la quema de fuegos artificiales y la participación de conjuntos musicales.

En un momento de descanso, las familias exhaustas y con ganas de saborear los platos típicos de la región para saciar su hambre abarrotan los restaurantes de la ciudad: se puede degustar un café cargado y bien caliente con sánguches de pavo o cabrito con yucas en el desayuno, mientras para el almuerzo, la variedad es más grande: carne seca, pava o gallina estofada, arroz con pato, chancho al palo, cebiche de calamar y las más variadas chichas.


Los dulces y panes no se quedan atrás: pecanas de pasas o almendras, dulce de membrillo, dulce de higo o mango ciruelo, maní, ajonjolí, confites, algodón para los niños, arroz con leche, mazamorra, arroz zambito y panes espolvoreados con azúcar rellenos de manjar blanco. 



Fuente: http://www.larepublica.pe/

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