El
arqueólogo peruano Ismael Pérez Calderón planteó hoy que la provincia de
Santiago de Chuco, en la sierra de La Libertad, fue territorio de una
desconocida cultura preincaica, que habitó el lugar durante unos 700
años.
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Plaza de Santiago de Chuco
Señaló que en 30 años de investigación registró más de 200 sitios arqueológicos en la zona y que ello permite plantear que entre el año 200 antes de Cristo y 500 de la era actual habitó una civilización contemporánea a la Mochica, Huamachuco y Recuay.
Pérez hizo este planteamiento en su libro recientemente publicado “Patrimonio cultural del Perú: monumentos arqueológicos de Santiago de Chuco”,
donde describe la extensa riqueza de su tierra natal a través de fotografías, dibujos e información recogida in situ.
Entre los lugares que registra figura el complejo Huasochugo o Wasuchugo, un sitio arqueológico que tiene unas 60 hectáreas de extensión y que fue, de acuerdo a su hipótesis, el centro político y administrativo de esa cultura.
“Su magnitud, característica urbana, la extensión de su arquitectura monumental y doméstica, sus caminos, sus plazas y sus entierros demuestran que allí vivió una numerosa población que hoy no está registrada como cultura regional”, refirió.
De acuerdo a investigaciones previas, el área nuclear del complejo urbano se extiende a lo largo de tres montañas: cerro Grande, Medio y Chico, y está ubicado estratégicamente entre los pueblos de la costa y la sierra.
Investigador Ismael Pérez presentó libro sobre historia arqueológica de Santiago de Chuco.
Para Pérez, Huasochugo y Marcahuamachuco fueron sitios contemporáneos, pero de distintas civilizaciones.
“Huasochugo es distinta a Marcahuamachuco. Primero, porque fue una ciudad y no solo una fortaleza.
Segundo, porque alrededor de sus castillos se aprecian centros poblados y caminos que los unían”, comentó.
“Además, Huasochugo presenta una arquitectura rectangular y no circular como Marcahuamachuco”, agregó.
Tanto al sur como norte de este centro arqueológico, ubicado en la cabecera superior del río Virú, se ubican también antiguos centros poblados menores.
El investigador indicó que se requiere realizar excavaciones en la zona para develar sus misterios y buscar mayores indicios sobre la hipótesis que plantea.
Aclaró que si bien el monumento de piedra se localiza, actualmente, en el distrito de Huaso, provincia de Julcán; hace unos diez años este lugar pertenecía al territorio de Santiago de Chuco.
“Esa hipótesis no había sido planteada antes pues faltaba un trabajo de reconocimiento de la zona; es decir, recorrer toda el área de la provincia para saber si existía algún tipo de complejo arqueológico de gran magnitud que dé indicios de una cultura desconocida”, puntualizó.
La obra Patrimonio cultural del Perú: monumentos arqueológico de Santiago de Chuco describe, además, monumentos de épocas previas y posteriores a la referida cultura regional. Analiza manifestaciones como cerámicas, orfebrería, artefactos líticos, pinturas rupestres y otros.
Ricardo Morales Gamarra, director del Museo de Arqueología, Antropología e Historia de la Universidad Nacional de Trujillo, opinó que se trata de un aporte a la arqueología peruana y liberteña.
El libro fue editado gracias al aporte del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec).
Señaló que en 30 años de investigación registró más de 200 sitios arqueológicos en la zona y que ello permite plantear que entre el año 200 antes de Cristo y 500 de la era actual habitó una civilización contemporánea a la Mochica, Huamachuco y Recuay.
Pérez hizo este planteamiento en su libro recientemente publicado “Patrimonio cultural del Perú: monumentos arqueológicos de Santiago de Chuco”,
donde describe la extensa riqueza de su tierra natal a través de fotografías, dibujos e información recogida in situ.
Entre los lugares que registra figura el complejo Huasochugo o Wasuchugo, un sitio arqueológico que tiene unas 60 hectáreas de extensión y que fue, de acuerdo a su hipótesis, el centro político y administrativo de esa cultura.
“Su magnitud, característica urbana, la extensión de su arquitectura monumental y doméstica, sus caminos, sus plazas y sus entierros demuestran que allí vivió una numerosa población que hoy no está registrada como cultura regional”, refirió.
De acuerdo a investigaciones previas, el área nuclear del complejo urbano se extiende a lo largo de tres montañas: cerro Grande, Medio y Chico, y está ubicado estratégicamente entre los pueblos de la costa y la sierra.
Investigador Ismael Pérez presentó libro sobre historia arqueológica de Santiago de Chuco.
Para Pérez, Huasochugo y Marcahuamachuco fueron sitios contemporáneos, pero de distintas civilizaciones.
“Huasochugo es distinta a Marcahuamachuco. Primero, porque fue una ciudad y no solo una fortaleza.
Segundo, porque alrededor de sus castillos se aprecian centros poblados y caminos que los unían”, comentó.
“Además, Huasochugo presenta una arquitectura rectangular y no circular como Marcahuamachuco”, agregó.
Tanto al sur como norte de este centro arqueológico, ubicado en la cabecera superior del río Virú, se ubican también antiguos centros poblados menores.
El investigador indicó que se requiere realizar excavaciones en la zona para develar sus misterios y buscar mayores indicios sobre la hipótesis que plantea.
Aclaró que si bien el monumento de piedra se localiza, actualmente, en el distrito de Huaso, provincia de Julcán; hace unos diez años este lugar pertenecía al territorio de Santiago de Chuco.
“Esa hipótesis no había sido planteada antes pues faltaba un trabajo de reconocimiento de la zona; es decir, recorrer toda el área de la provincia para saber si existía algún tipo de complejo arqueológico de gran magnitud que dé indicios de una cultura desconocida”, puntualizó.
La obra Patrimonio cultural del Perú: monumentos arqueológico de Santiago de Chuco describe, además, monumentos de épocas previas y posteriores a la referida cultura regional. Analiza manifestaciones como cerámicas, orfebrería, artefactos líticos, pinturas rupestres y otros.
Ricardo Morales Gamarra, director del Museo de Arqueología, Antropología e Historia de la Universidad Nacional de Trujillo, opinó que se trata de un aporte a la arqueología peruana y liberteña.
El libro fue editado gracias al aporte del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec).
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