Por León
Trahtemberg.
Para algunas
cosas, 5 años ya es muy tarde. Una investigación
de David L. Kirp, ''Lifetime Effects: The High/Scope Perry Preschool Study
Through Age 40'' (NY Times magazine 21/11/2004) mostró cómo niños con
experiencia pre escolar comparados con los que no la tuvieron, conforme
avanzaban por su vida estudiantil tenían sistemáticamente mejor rendimiento
escolar y universitario: a los 19 años, 66% versus 45% había concluido la
secundaria; a los 40 años, 2 a
1 tenían títulos universitarios, 76% versus 62% tenían empleo; los primeros
tenían más casas propias, carros y cuentas de ahorro y requerían menos
asistencia de programas de beneficencia; ganaban 20,800 dólares en promedio
versus 15,300; los varones formalmente casados del primer grupo eran 68% versus
51% del segundo, y los primeros criaban a sus propios hijos (porque había menos
divorcios) en el 57% de los casos versus 30% de los segundos.
Este es uno de los cientos de estudios médicos,
psicológicos, sociológicos y pedagógicos que aluden de modo similar al enorme
impacto de largo plazo que tiene la estimulación temprana en niños pre
escolares de cero a cinco años de edad. Sin embargo, en nuestros países los
gobiernos aún no reaccionan frente a estos hallazgos y continúan concentrando
su esfuerzo educativo a partir de los niños de 5 a 6 años que están por ingresar
a la primaria, y en menor medida en los de 0 y 4 años que son las edades más
propensas para la estimulación temprana. Es como si se pensara que los niños
recién nacen a los 5 años.
Esta desatención determina que el primer grado
de primaria se convierta en una oportunidad perdida para iniciar óptimamente la
escolarización de los niños peruanos, a
la cual no podrán sacar el debido provecho. La consigna inconsciente parecería ser “dejamos que se malogren para
después tratar de recuperarlos” en lugar de “empezar a atenderlos cuanto antes,
desde que los niños nacen”.
Para otras cosas, 5 años es muy temprano. La frustración por los bajos logros
escolares de los alumnos ha llevado en muchos países a un debate sobre la
reforma educativa, presionando cada vez más a los niveles de educación inicial
para que instruyan lo antes posible a los niños en las habilidades académicas
básicas, especialmente en los sectores populares. Esta escalada académica ha
llevado a un aumento en las exigencias tempranas de habilidades formales en
lectura y matemática, lo que ha afectado el perfil de los programas pre
escolares y ha aumentado las retenciones de grado en Kínder
Hay
muchos estudios similares al de Lilian Katz, que revelan que la introducción
del trabajo académico en el currículo de niños pequeños produce resultados
positivos en las evaluaciones estándares
sólo en el corto plazo, no así en el largo plazo. En cambio, el trabajo más
lúdico, menos orientado didácticamente hacia desarrollar habilidades
académicas, el avance más cuidadoso de los currículos para optimizar la
adquisición simultanea de conocimientos, habilidades, buena disposición al
trabajo y sentimientos de comodidad resulta más provechoso para el buen
desempeño escolar del alumno en el largo plazo. (Eric Digest ED438928, Febrero
2000, “Otra perspectiva sobre lo que los niños deben estar aprendiendo”).
Es razonable asumir que entre más pequeño sea el niño más informal debería ser el ambiente de aprendizaje, porque ello estimula los juegos espontáneos en los cuales los niños son cautivados por las actividades disponibles que les interesan.
Los currículos pre-escolares basados en enfoques académicos usualmente adoptan un método pedagógico que se basa en el cumplimiento de los contenidos de los libros de trabajo, el adiestramiento y la práctica de las habilidades discretas, lo cual contrarresta la disposición innata de los niños por aprender, o al menos de aprender lo que las escuelas quieren que aprendan. En cambio los enfoques más centrados en el desarrollo natural de los niños sin presiones evitan que aquellos que son más lentos se sientan incompetentes, con el consecuente daño a su autoimagen, ya que muchas veces se consideran a si mismos estúpidos y actúan de acuerdo a ello.
Presionar académicamente a los niños demasiado temprano puede ser contraproducente para cuando el niño avance hacia la educación primaria, en la cual se demandará de él un pensamiento más independiente y que tome mayores responsabilidades por su propio proceso de aprendizaje.
Es razonable asumir que entre más pequeño sea el niño más informal debería ser el ambiente de aprendizaje, porque ello estimula los juegos espontáneos en los cuales los niños son cautivados por las actividades disponibles que les interesan.
Los currículos pre-escolares basados en enfoques académicos usualmente adoptan un método pedagógico que se basa en el cumplimiento de los contenidos de los libros de trabajo, el adiestramiento y la práctica de las habilidades discretas, lo cual contrarresta la disposición innata de los niños por aprender, o al menos de aprender lo que las escuelas quieren que aprendan. En cambio los enfoques más centrados en el desarrollo natural de los niños sin presiones evitan que aquellos que son más lentos se sientan incompetentes, con el consecuente daño a su autoimagen, ya que muchas veces se consideran a si mismos estúpidos y actúan de acuerdo a ello.
Presionar académicamente a los niños demasiado temprano puede ser contraproducente para cuando el niño avance hacia la educación primaria, en la cual se demandará de él un pensamiento más independiente y que tome mayores responsabilidades por su propio proceso de aprendizaje.
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