Por León Trahtemberg
Hay gobernantes que de palabra o hecho desprecian a los intelectuales,
como si fueran pensadores etéreos incapaces de aportar algo serio. Sin embargo,
la evidente falta de visión y reiterados errores responsables del desgobierno
frente a los tremendos problemas
sociales muestran que su aporte hace falta para comprender y actuar más
acertadamente. El presidente Humala ha preferido rodearse por una mezcla de
asesores militares y mediáticos que no tienen experiencia, lenguaje ni
capacidad de gestión política,
prescindiendo de todos aquellos que aunque con un sesgo izquierdista
traían un enorme caudal político en sus espaldas. Quizá sea un buen momento
para revisar el tema. Veamos algunos ejemplos.
El sábado 23 de junio, en “Somos” el brillante psicoanalista Saúl Peña
dice: “tenemos que reconocer que nuestra sociedad muestra diferencias abismales
entre sus diversos niveles sociales, que terminan en continuos enfrentamientos…
Por ejemplo, continuamente se dice “¿cómo es posible que se impida el tránsito,
que se le impida a la gente transportarse?”. Y claro, eso es impropio. Pero
¿qué significa esa agresión desde el punto de vista psicoanalítico? Significa:
“a mí me han impedido transitar en la vida. No solamente por la carretera”. Lo
que están haciendo, entonces, de manera inconsciente, quizá, es hacerle experimentar al otro lo que ellos han sufrido
y padecido”. Seguidamente lamenta que por la presencia de factores de
fanatismo, dogmatismo, fundamentalismo de ambos lados, se hace imposible el acercamiento y hay una notoria
incapacidad de aceptar al otro como
alguien que piensa diferente, pero que puede comprender y ser
comprendido, especialmente en un gobierno que usa como bandera la inclusión.
Al día siguiente, el domingo 24 de junio entrevistado por Enrique
Castillo el brillante sociólogo Julio
Cotler dijo muchas cosas lúcidas como: el presidente Humala ha sido incapaz de
dar el paso necesario de explicar a los cajamarquinos del porqué de su cambio
respecto a la promesa electoral sobre Conga y convencerlos de su nueva
posición, tanto por falta de seguridad personal como por no contar con el
respaldo político de sus allegados y congresistas. Este Premier (Oscar Valdés)
se agotó, ha dado muchas muestras de incompetencias políticas; falta alguien
(que no sea el poco dialogante Luis
Castañeda) con genio cabeza y trayectoria política, que ayude a informar, convencer,
seducir, amenazar como hacen los
políticos y permita reconfigurar el panorama político. El Perú está en
un proceso de transición y transformación que va a hacer aflorar gran cantidad
de conflictos de diversa especie que no se van a resolver con autoritarismo.
Este gobierno está en proceso de indecisión, indefinición, al cabo de un año no
sabe bien quien quiere, adónde va y cómo lo quiere hacer. No tiene prioridades,
le falta una propia hoja de ruta gubernamental para ver cómo encara los
problemas sociales. Humala tiene que aprender a hacer política, como lo sabe
hacer Nadine o Pulgar Vidal. Etc.
Intelectuales notables como Peña y Cotler tendrían mucho para aportar.
Los historiadores y filósofos podrían explicarle cómo la falta de una ideología
y ética sólida y coherente condena a los gobernantes a desviarse de sus fines
originales y actuar según convenga electoralmente, para caer en la corrupción y
el populismo. Los sociólogos le dirían que sin división de poderes y sin un
poder judicial sólido, justo y confiable, no habrá institucionalidad confiable.
Los psicólogos le explicarían cómo el peor enemigo que tienen las personas
poderosas es su propia omnipotencia y sentimiento mesiánico o de infalibilidad,
que poco a poco las va llevando a distanciarse de su sentido humano,
transgredir normas, violar derechos y
caer en corrupciones, creyendo que el
“fin justifica los medios” y que no hay que rendirle cuentas a nadie. Y así
pasaría con otros intelectuales.
En América Latina hay demasiados países cuyos presidentes que se
sienten iluminados prescinden de estos
aportes de los intelectuales y conducen a sus pueblos al desastre. Ojalá que el
Perú no sea uno más de ellos.
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