Por: Kevin Morán
Arianna Huffington comenzó su vida como Arianna Stassinopoulos, un apellido bastante singular. No es estadounidense. Nació en Grecia, donde nada parece tener prisa. De hecho, vivió en la Atenas de 1950 con su padre, un periodista llamado Konstantinos, quien unos años más tarde, cerca a la adolescencia de Arianna, se separó de su esposa, Elli Georgiadi, la mujer que, sin sospechar nada, criaba sola a una futura periodista, tal y como lo fue su esposo, pero con más éxito.
No imaginaba que Arianna revolucionaría el mundo de los medios, del periodismo.
Stassinopoulos no era una mujer poderosa para estar en la lista de pensadores o celebridades de alguna revista. No le ganaba a nadie, pero era elegante y tenía una mirada desafiante más que tierna. Tal vez por eso pensó que lo mejor era estudiar economía en el Girton College de Cambridge, donde más tarde se convirtió en la presidenta de una comunidad exclusiva, dominada cerca de dos siglos por hombres. Ella, en realidad, era la tercera mujer que lograba un alto rango en la Cambridge Union Society, según el perfil que Lauren Collins escribió para The New Yorker, el cual también incluye momentos de su infancia. Lo tituló: The Oracle: The many lives of Arianna Huffington (El Oráculo: las muchas vidas de Arianna Huffington).Estaba haciendo política a los 21 años. No podía dejar de estudiar, era el esfuerzo de su madre, su mentora en sus propias palabras. La mujer que le heredó el arte de la conversación, como lo hace notar en una entrevista con El País de España que realizó Borja Echevarría. Elli no tuvo excusas para no incentivar a sus hijas a optar por una profesión y decidirse a estudiar. Vendió reliquias familiares, aretes de oro y todo lo valioso que tuviese en la mano para solventar los estudios que la ayudaron a ingresar a la universidad. Lo mismo con Agapi, quien centró sus objetivos asistiendo a la Royal Academy of Dramatic Arts (Academia Real de las Artes Dramáticas), en Londres.
Stassinopoulos no era una mujer poderosa para estar en la lista de pensadores o celebridades de alguna revista. No le ganaba a nadie, pero era elegante y tenía una mirada desafiante más que tierna. Tal vez por eso pensó que lo mejor era estudiar economía en el Girton College de Cambridge, donde más tarde se convirtió en la presidenta de una comunidad exclusiva, dominada cerca de dos siglos por hombres. Ella, en realidad, era la tercera mujer que lograba un alto rango en la Cambridge Union Society, según el perfil que Lauren Collins escribió para The New Yorker, el cual también incluye momentos de su infancia. Lo tituló: The Oracle: The many lives of Arianna Huffington (El Oráculo: las muchas vidas de Arianna Huffington).Estaba haciendo política a los 21 años. No podía dejar de estudiar, era el esfuerzo de su madre, su mentora en sus propias palabras. La mujer que le heredó el arte de la conversación, como lo hace notar en una entrevista con El País de España que realizó Borja Echevarría. Elli no tuvo excusas para no incentivar a sus hijas a optar por una profesión y decidirse a estudiar. Vendió reliquias familiares, aretes de oro y todo lo valioso que tuviese en la mano para solventar los estudios que la ayudaron a ingresar a la universidad. Lo mismo con Agapi, quien centró sus objetivos asistiendo a la Royal Academy of Dramatic Arts (Academia Real de las Artes Dramáticas), en Londres.
De su padre no se podría decir lo mismo. Arianna sabía de la reputación de Konstantinos, siempre tratando de fundar periódicos que, cuando aparecían, no prosperaban. Era un soñador apasionado, imbatible. Cuando Grecia fue ocupada por los alemanes, en abril de 1941, creó un diario clandestino, y lo capturaron y encerraron en un campo de concentración, relata Suzanna Andrews en un perfil para Vanity Fair.
La muchacha que concentraba su cabellera al lado derecho de su rostro entonces se reveló como una conservadora, cuando la posición popular en Europa era la del feminismo liberal. Ella creía firmemente que el grupo feminista no buscaba la independencia de la mujer, sino destruir la sociedad. Publicó lo que pensaba en The Female Woman, su primer libro, escrito a los 22 años. Llevó todas sus ideas al papel y terminó siendo autora de 13 libros, entre ensayos, textos de autoayuda y política. Antes del primer libro en el mercado no había novios ni enamoramientos al estilo británico. Era una mujer de los años setenta. Se graduó en Economía en 1972. Luego encontró el primer amor en Bernard Levin, un crítico cultural que conoció en un programa de televisión en la capital de Inglaterra. Pasaron siete años de relación antes de que Levin le dijera que no quería casarse con ella. Al final fue la señorita Stassinopoulos quien lo abandonó en 1980.
Un tiempo después, se planteó viajar a los Estados Unidos. ¿Qué quería conseguir allá exactamente? Al tomar esa decisión solo recibió un consejo: si quieres triunfar, debes ser la amiga de las esposas de la gente más poderosa, según la revista de análisis Semana.com, de Colombia. No era una opción, en verdad era la técnica milagrosa para arraigarse al país norteamericano a sus 30 años. Le tenía que hacer caso a su amigo de la alta sociedad inglesa, quien generosamente y sin reparo compartió con ella una libreta llena de números telefónicos de sus conocidos.
Su red social creció. Tenía amigos políticos, artistas, empresarios, académicos, a las mujeres de la aristocracia que le presentaron, en 1985, a Michael Huffington, un tipo ligeramente alto, de amplia sonrisa, de nariz respingada y multimillonario. Un tipo a simple vista carismático, y a ello se sumaba ser congresista de la Cámara de Representantes. Él terminó compartiendo el apellido que la hizo más notoria aún a Arianna al convertirla en su esposa en 1986.
Su red social creció. Tenía amigos políticos, artistas, empresarios, académicos, a las mujeres de la aristocracia que le presentaron, en 1985, a Michael Huffington, un tipo ligeramente alto, de amplia sonrisa, de nariz respingada y multimillonario. Un tipo a simple vista carismático, y a ello se sumaba ser congresista de la Cámara de Representantes. Él terminó compartiendo el apellido que la hizo más notoria aún a Arianna al convertirla en su esposa en 1986.
Ahora era Arianna Huffington. Tras el matrimonio dejó su apellido, el cual tenía que deletrear siempre para su correcta escritura. Estaba harta de eso. Habían pasado cuatro décadas desde que salió de su país de origen y su acento griego era implacable. Era una señora de la izquierda política y se volvió liberal cuando acababa la década de los noventa. Casi al final del siglo XX, acabó con su matrimonio. En 1997 se divorció y al año siguiente Michael se declaró bisexual en una entrevista que le realizó la revista Esquire.
SU NOMBRE, SU MARCA
En la separación mantuvo el apellido de su exesposo, con el cual trató de ingresar a la política estadounidense. Su primer reto fue en 2003: lanzarse para el cargo de gobernadora del estado de California. Perdió. Su rival fue nada menos que el popular actor Arnold Schwarzenegger.
Su influencia la hizo aparecer en varias series de comedia. A la vez, escribía columnas e intervenía en programas periodísticos. Tenía una presencia intelectual en crecimiento cuando encontró a los blogs. El tema le fascinó y decidió elaborar un proyecto sobre las bitácoras virtuales. En 2005 estaba convencida de que sus amigos podían colaborar con ella en hacer su meta algo tangible. Todos sus amigos eran interesantes, ¿por qué no un sitio con todos ellos? Inyectar a la red temas políticos, culturales y mediáticos fue relativamente sencillo con la red de contactos que había logrado conseguir en todos los años que llevaba en los Estados Unidos, entre Washington, Nueva York y Los Ángeles. “¿Quieres escribir en mi blog?” Bastaba esa pregunta para añadir a personajes influyentes. Salía a reuniones y cenas con ese fin, de acuerdo con el texto que elaboró Joseba Elola para el diario El País, donde la llamala comandante blog.
EL NACIMIENTO DEL FENÓMENO
Pero no lo hizo sola. El veterano ejecutivo de Time Warner Kenneth Lerer, en aquel entonces de 55 años, ayudó a planear el lanzamiento definitivo del The Huffington Post, en mayo de ese mismo año. Pronto también se uniría Jonah Peretti, creador de BuzzFeed, un espacio que combina la tecnología con contenido viral. La página era el sucesor de dos experimentos previos: Ariannaonline.com y Resignation.com.
El nivel de lectoría de la nueva red crecía mientras los 500 blogueros de ese entonces generaban contenidos propios. Al mes registró 500 millones de páginas vistas y cerca de tres millones de comentarios sobre los temas que proponía.
En 2006, Arianna Huffington fue incluida en la lista de los cien personajes más influyentes del mundo. En 2009, apareció en el puesto 12 de la revista Forbes. Era una de las mujeres más influyentes entre los medios de comunicación. Las charlas en vivo con Oprah Winfrey o Larry King no se hicieron esperar. En algún momento apareció portando cuatro celulares Blackberry, los mismos que esconde en el baño para poder dormir sin distracciones. Así lo confesó en una entrevista con la revista Vanity Fair de España.
Pasaron algunos años antes de que AOL comprara la web. En 2011 se hizo el millonario acuerdo de 231.4 millones de euros. Arianna (@ariannahuff) de verdad quería cerrar el trato para que su web creciera más, informó el sitio financiero Business Insider tras la conferencia Startup 2012. En Twitter, la inmigrante de éxito escribía –de hecho, no para de tuitear– sobre el negocio mientras celebraba con champán y galletitas griegas, detalla otro artículo de El País escrito por Yolanda Monge. Su web no se detuvo en ese instante. Crecía y crecía, gracias a la agregaduría de contenido y por el equipo de más de 1,300 periodistas, de acuerdo con el editor Kevin Roderick.
Para Renata Cabrales, editora de redes sociales de El Tiempo de Colombia, Huffington es una mujer que entiende los momentos de transformaciones que vive la industria de los medios. Su fórmula es su propia forma de ver la vida: “indexando lo mejor del contenido 1.0 (excelentes relaciones públicas, contactos e información en el momento adecuado) y del 2.0 (avances tecnológicos a la medida)”.
El HuffPo –como también se le conoce– alcanzó fama mundial como un nuevo medio independiente. Y sigue evolucionando con un enorme equipo de expertos en tecnología. Hablan en serio cuando la página señala a 30 personas traídas desde Filipinas, Vietnam, Ucrania, India, Chile y Estados Unidos, según reveló Newsweek. Por lo menos su sistema de publicación les permite contar mejores historias. Esto quizá mantenga tranquila y relajada a la comandante. Tanto que puede dormir bien en su camino al triunfo, porque piensa que una mujer debe dormir bien para ser una persona productiva. Se burla de los hombres que alardean de dormir solo cuatro horas. Es lo que le cuenta a Eva Lamarca, de Vanity Fair.
Cabrales cree que la rubia va más allá del tráfico y entiende que un medio de noticias hoy no solo tiene que ser el más leído. Tiene que trabajar de la mano con la audiencia para compartir, producir y distribuir información.
De acuerdo con la reina de los blogs, citada por Newsweek, nada puede reemplazar la edición humana (ni con la tecnología más potente). Bajo este concepto es que llegó a Francia, Italia, Canadá y Gran Bretaña. El último país fue España, con El Huffington Post, que ahora dirige Montserrat Domínguez. Esta expansión internacional con jugadores locales, según la editora de El Tiempo, “es una muestra más de lo visionaria que es. Universalidad e hiperlocalidad, ¿qué mejor ‘mix’ para avanzar en la comprensión de los hechos que ocurren en el mundo?”, refirió.
Solo hay un detalle que es motivo de críticas por detractores y simpatizantes de la web de Arianna: los blogueros no reciben dinero por sus textos. Trabajan gratis. Y hoy nadie trabaja gratis. La adicta a las redes sociales, en opinión de Cabrales, no ha encontrado la forma de cómo compartir las ganancias con su comunidad de blogueros.
El pago de prestigio se repite en todas las versiones actuales. La periodista de El Tiempo sugiere que se trate de implementar un modelo de pago para el ciudadano que realmente merezca recibir dinero por lo que produce. Huffington se defiende: ¡No es una obligación bloguear para HP! (y lo dice una y otra vez. Esta vez a Eva Lamarca). El periodismo realizado por su equipo sí es remunerado. Hace poco la web se llevó un premio Pulitzer a lo mejor del periodismo por un reportaje que hizo el periodista David Wood, lo cual resultó paradójico en la vida de la señora de cabello fijado eternamente, como que Huffington no es un periódico, por ejemplo.
The Huffington Post promete una buena experiencia informativa para la comunidad de usuarios, lo cual significa compromiso, el mismo que los anunciantes no pueden resistir en la red. Arianna continúa siendo la comandante, y parece que nadie la destronará.
SU NOMBRE, SU MARCA
En la separación mantuvo el apellido de su exesposo, con el cual trató de ingresar a la política estadounidense. Su primer reto fue en 2003: lanzarse para el cargo de gobernadora del estado de California. Perdió. Su rival fue nada menos que el popular actor Arnold Schwarzenegger.
Su influencia la hizo aparecer en varias series de comedia. A la vez, escribía columnas e intervenía en programas periodísticos. Tenía una presencia intelectual en crecimiento cuando encontró a los blogs. El tema le fascinó y decidió elaborar un proyecto sobre las bitácoras virtuales. En 2005 estaba convencida de que sus amigos podían colaborar con ella en hacer su meta algo tangible. Todos sus amigos eran interesantes, ¿por qué no un sitio con todos ellos? Inyectar a la red temas políticos, culturales y mediáticos fue relativamente sencillo con la red de contactos que había logrado conseguir en todos los años que llevaba en los Estados Unidos, entre Washington, Nueva York y Los Ángeles. “¿Quieres escribir en mi blog?” Bastaba esa pregunta para añadir a personajes influyentes. Salía a reuniones y cenas con ese fin, de acuerdo con el texto que elaboró Joseba Elola para el diario El País, donde la llamala comandante blog.
EL NACIMIENTO DEL FENÓMENO
Pero no lo hizo sola. El veterano ejecutivo de Time Warner Kenneth Lerer, en aquel entonces de 55 años, ayudó a planear el lanzamiento definitivo del The Huffington Post, en mayo de ese mismo año. Pronto también se uniría Jonah Peretti, creador de BuzzFeed, un espacio que combina la tecnología con contenido viral. La página era el sucesor de dos experimentos previos: Ariannaonline.com y Resignation.com.
El nivel de lectoría de la nueva red crecía mientras los 500 blogueros de ese entonces generaban contenidos propios. Al mes registró 500 millones de páginas vistas y cerca de tres millones de comentarios sobre los temas que proponía.
En 2006, Arianna Huffington fue incluida en la lista de los cien personajes más influyentes del mundo. En 2009, apareció en el puesto 12 de la revista Forbes. Era una de las mujeres más influyentes entre los medios de comunicación. Las charlas en vivo con Oprah Winfrey o Larry King no se hicieron esperar. En algún momento apareció portando cuatro celulares Blackberry, los mismos que esconde en el baño para poder dormir sin distracciones. Así lo confesó en una entrevista con la revista Vanity Fair de España.
Pasaron algunos años antes de que AOL comprara la web. En 2011 se hizo el millonario acuerdo de 231.4 millones de euros. Arianna (@ariannahuff) de verdad quería cerrar el trato para que su web creciera más, informó el sitio financiero Business Insider tras la conferencia Startup 2012. En Twitter, la inmigrante de éxito escribía –de hecho, no para de tuitear– sobre el negocio mientras celebraba con champán y galletitas griegas, detalla otro artículo de El País escrito por Yolanda Monge. Su web no se detuvo en ese instante. Crecía y crecía, gracias a la agregaduría de contenido y por el equipo de más de 1,300 periodistas, de acuerdo con el editor Kevin Roderick.
Para Renata Cabrales, editora de redes sociales de El Tiempo de Colombia, Huffington es una mujer que entiende los momentos de transformaciones que vive la industria de los medios. Su fórmula es su propia forma de ver la vida: “indexando lo mejor del contenido 1.0 (excelentes relaciones públicas, contactos e información en el momento adecuado) y del 2.0 (avances tecnológicos a la medida)”.
El HuffPo –como también se le conoce– alcanzó fama mundial como un nuevo medio independiente. Y sigue evolucionando con un enorme equipo de expertos en tecnología. Hablan en serio cuando la página señala a 30 personas traídas desde Filipinas, Vietnam, Ucrania, India, Chile y Estados Unidos, según reveló Newsweek. Por lo menos su sistema de publicación les permite contar mejores historias. Esto quizá mantenga tranquila y relajada a la comandante. Tanto que puede dormir bien en su camino al triunfo, porque piensa que una mujer debe dormir bien para ser una persona productiva. Se burla de los hombres que alardean de dormir solo cuatro horas. Es lo que le cuenta a Eva Lamarca, de Vanity Fair.
Cabrales cree que la rubia va más allá del tráfico y entiende que un medio de noticias hoy no solo tiene que ser el más leído. Tiene que trabajar de la mano con la audiencia para compartir, producir y distribuir información.
De acuerdo con la reina de los blogs, citada por Newsweek, nada puede reemplazar la edición humana (ni con la tecnología más potente). Bajo este concepto es que llegó a Francia, Italia, Canadá y Gran Bretaña. El último país fue España, con El Huffington Post, que ahora dirige Montserrat Domínguez. Esta expansión internacional con jugadores locales, según la editora de El Tiempo, “es una muestra más de lo visionaria que es. Universalidad e hiperlocalidad, ¿qué mejor ‘mix’ para avanzar en la comprensión de los hechos que ocurren en el mundo?”, refirió.
Solo hay un detalle que es motivo de críticas por detractores y simpatizantes de la web de Arianna: los blogueros no reciben dinero por sus textos. Trabajan gratis. Y hoy nadie trabaja gratis. La adicta a las redes sociales, en opinión de Cabrales, no ha encontrado la forma de cómo compartir las ganancias con su comunidad de blogueros.
El pago de prestigio se repite en todas las versiones actuales. La periodista de El Tiempo sugiere que se trate de implementar un modelo de pago para el ciudadano que realmente merezca recibir dinero por lo que produce. Huffington se defiende: ¡No es una obligación bloguear para HP! (y lo dice una y otra vez. Esta vez a Eva Lamarca). El periodismo realizado por su equipo sí es remunerado. Hace poco la web se llevó un premio Pulitzer a lo mejor del periodismo por un reportaje que hizo el periodista David Wood, lo cual resultó paradójico en la vida de la señora de cabello fijado eternamente, como que Huffington no es un periódico, por ejemplo.
The Huffington Post promete una buena experiencia informativa para la comunidad de usuarios, lo cual significa compromiso, el mismo que los anunciantes no pueden resistir en la red. Arianna continúa siendo la comandante, y parece que nadie la destronará.
FUENTE: www.andina.com.pe/
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