Papa Francisco. Foto: ACI Prensa
El Santo Padre recordó en su homilía el diálogo de Dios con Moisés en el Monte Sinaí, en el que Moisés reza con fuerza para que el Señor no castigue a su pueblo por haber hecho un becerro de oro.
“Esta oración es una verdadera lucha con Dios. Una lucha del jefe del pueblo para salvar a su pueblo, que es el pueblo de Dios”, indicó el Papa, pues la oración debe ser “negociar con Dios”, llevando “argumentaciones”.
Al final, Moisés convence a Dios, indicó el Papa, y la lectura dice que “el Señor se arrepintió del mal que había amenazado hacer a su pueblo”. Pero Francisco cuestionó a continuación “¿pero, quién ha cambiado a quién? ¿Cambió el Señor? Yo creo que no”.
“El que cambió fue Moisés, porque Moisés creía que el Señor habría hecho esto, creía que el Señor habría destruido al pueblo, y recuerda qué bueno había sido el Señor con su pueblo, cómo lo había liberado de la esclavitud de Egipto y conducido con una promesa”.
“Y con estas argumentaciones, trata de convencer a Dios, pero en este proceso él vuelve a encontrar la memoria de su pueblo, y encuentra la misericordia de Dios. Moisés, que tenía miedo, miedo de que Dios hiciera esto, al final desciende del monte con algo grande en su corazón: nuestro Dios es misericordioso. Sabe perdonar. Vuelve sobre sus decisiones. Es un Padre”.
El Papa señaló que todo esto Moisés ya lo sabía, “pero lo sabía más o menos oscuramente y en la oración lo reencuentra. Esto es lo que hace la oración en nosotros: nos cambia el corazón”.
“La oración nos cambia el corazón. Nos hace comprender mejor cómo es nuestro Dios. Pero para esto es importante hablar con el Señor, no con palabras vacías. Jesús dice: ‘Como hacen los paganos’. No, no, hablar con la realidad: ‘Pero, mira, Señor, que tengo este problema, en la familia, con mi hijo, con este, con el otro… ¿Qué se puede hacer? ¡Pero mira que tú no me puedes dejar así!’. ¡Ésta es la oración! ¿Pero tanto tiempo lleva esta oración? Sí, lleva tiempo”.
El Santo Padre recordó que “la Biblia dice que Moisés hablaba cara a cara con el Señor, como con un amigo. Así debe ser la oración: libre, insistente, con argumentaciones”.
“Y también reprochando un poco al Señor: ‘Pero, tú me has prometido esto, y esto no lo has hecho…’, así, como se habla con un amigo. Abrir el corazón a esta oración”.
Francisco indicó que “Moisés bajó del monte fortalecido: ‘He conocido más al Señor’, y con esa fuerza que le había dado la oración, retoma su trabajo de conducir al pueblo hacia la Tierra prometida. Porque la oración fortalece: fortalece. Que el Señor nos dé a todos nosotros la gracia, porque rezar es una gracia”.
“En toda oración está el Espíritu Santo”, recordó el Papa, señalando que “no se puede rezar sin el Espíritu Santo. Es Él quien reza en nosotros, es Él quien nos cambia el corazón, es Él quien nos enseña a llamar a Dios ‘Padre’”.
“Pidamos al Espíritu Santo que Él nos enseñe a rezar, sí, como ha rezado Moisés, a negociar con Dios, con libertad de espíritu, con coraje. Y que el Espíritu Santo, que siempre está presente en nuestra oración, nos conduzca por este camino”, concluyó.
Fuente: http://www.aciprensa.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario