Portadas de La República luego del autogolpe del 5 de abril de 1992 y tras la polémica destitución de magistrados del TC por reelección de Alberto Fujimori
A lo largo de este tiempo, gobiernos enemigos de la democracia y amigos de la corrupción intentaron callarnos, pero los principios dejados por Gustavo Mohme Llona siguen en pie.
Redacción web
Lunes 16 de noviembre de 1981 no fue un día cualquiera en el cuarto piso de un viejo edificio del jirón Huancavelica, en el Centro de Lima. El ruido de las máquinas de escribir iba en melodía al palpitar de aquellos que sentados, parados o caminando de un lado para otro sabían, con algo de nerviosismo y tensión, que estaba por nacer algo grande.
Hoy, precisamente, a 32 años de la primera edición de La República, se reafirma el deseo de este diario de informar con veracidad, siempre en defensa de la democracia, aún cuando regímenes autoritarios hicieron hasta lo imposible por impedirlo.
El primer ejemplar no fue de madrugada, se creyó conveniente lanzar una edición vespertina, para informar de todo aquello que sucedía a lo largo de la mañana. Esto demandó que los periodistas envueltos en este proyecto, el cual tenía la apuesta de competir con una decena de diarios ya consolidados y con una lectoría considerable, inicien la jornada minutos antes que el sol naciera hasta después del mediodía.
Los minutos después del cierre de la primera edición eran, sumamente, intensos, ya no había error que corregir. 1 p.m., las rotativas iniciaron su labor al ritmo de los latidos de Gustavo Mohme Llona, su fundador que había puesto todo de sí para estos 80 mil ejemplares a blanco y negro.
Así fue que, alrededor de las 4 de la tarde de aquel 16 de noviembre, el lector tuvo, por primera vez, en sus manos a este diario, bajo la dirección de Guillermo Thorndike.
“Este es uno de los más modernos proyectos periodísticos que se han lanzado en las últimas décadas. A diferencia de otros, La República prosperó y se fortaleció al amparo de ideales con los que comulgaron sus lectores, el activo más valioso que tiene un medio de comunicación”, expresó, meses atrás, Gustavo Mohme Seminario, actual director de La República.
Fue así que el proyecto dejó de ser proyecto vespertino para convertirse en realidad, aquella realidad que fue vista como un peligro para aquellos gobiernos enemigos de la defensa de la democracia, los cuales intentaron callar a La República, pero, por más que quisieron y amedrantaron, no lo lograron.
Desde que nació, el diario ha adoptado como suyos los activos dejados por Gustavo Mohme Llona: la defensa de los derechos humanos, la lucha contra la corrupción, la defensa de la democracia, el principio de la verdad, la diversidad de opiniones, el desarrollo del país, así como la transparencia a la hora de informar.
A pesar que los años han transcurrido, la dirección física, el diseño y formato, como bien lo recuerda el subdirector Carlos Castro, han cambiado, se mantienen los principios marcados desde su inicio.
El tiempo permitió que el grupo se extienda y dar vida a los hermanos menores: El Popular y Líbero, pero siempre afianzando el principio de que el lector esté informado, para reafirmar a la sociedad civil y, juntos, defender la democracia que tantas veces ha querido ser dañada.
Desde el equipo de la redacción web de La República, saludamos a todos los periodistas y empleados que han pasado por acá y saben lo que es defender la línea de la información. También a los que seguimos, a los que vendrán y, sobre todo, a nuestros lectores. 32 años y continuaremos informando.
Fuente: http://www.larepublica.pe/
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