Plomo en caliente reemplazado por sistemas de red computarizada.
El linotipo, funcionaba con tecnología de composición en caliente, lo que permitía componer caracteres con plomo fundido que ingresaba a las matrices fabricadas en bronce.
Por: Wilfredo Salazar Llontop.
EN LA ÉPOCA DEL LINOTIPO no cabía aún la frase "se colgó el sistema" o "se colgó mi máquina", pues de lo único que podía hablarse era de las matrices y lingotes que eran descolgadas del ensamblador hasta llegar a la cajeta del operador y luego que éste las llevara al componedor para la impresión respectiva.
Tuve la oportunidad, en los años 70, de operar una de estas máquinas en el Diario La Industria de Chiclayo, para "linotipiar" los textos de las páginas Judiciales y clasificados. Una grata experiencia que no puedo olvidar, pese a que esta máquina de fierro, bronce y plomo con un tamaño superior a los tres metros, es posible que sí haya pasado al olvido por su no presencia material.
Pero, antes de adentrarnos más en este tema y del posterior adelanto del sistema de impresión periodística que emplean grandes editoras como La Industria de Chiclayo, debemos saber qué es el linotipo.
Por la operación directa del linotipo, además de indagaciones y consideraciones de conocedores de este sistema mecánico diremos que este tipo de máquina de fabricación alemana, inglesa y americana, funcionaba con tecnología de composición en caliente, lo que permitía precisamente componer caracteres con plomo fundido que ingresaba a las matrices, generalmente fabricadas en bronce.
En su estructura de fierro, lo más notorio era el ensamblador que almacenaba cantidad de matrices molde listas para bajar en el orden que le indicara el operador desde un teclado similar al de una máquina de escribir común. En este sentido se iba armando la escritura en texto y cantidades numéricas a una columna que venía a ser aproximadamente 4 centímetros de ancho, pudiendo incluso cortar palabras con su correspondiente signo o lo que podemos llamar pequeño guión.
Enseguida, este armado de matrices en una sola línea era llevado por un brazo-palanca a la canaleta donde se encontraba el plomo fundido y de esta manera se producía el moldeado de lo escrito en forma invertida sobre el filo del llamado lingote. De allí se desprendía este molde y caía ordenadamente en la pequeña cajeta a un costado del operador.
La composición de los lingotes era la segunda tarea, consistente en el armado en la caja donde se le colocaba tinta con rodillo de impresión, luego se colocaba el papel periódico para pasar por encima el impresor y dejar plasmada la escritura, lógicamente ya no invertida sino normal. En este proceso también se hacía revisión de textos y si se producía un error éste se corregía pero escribiendo lógicamente todo lo registrado en la línea, es decir tenía que armarse un lingote nuevo.
El trabajo de impresión entonces recién era llevado a los talleres donde los pegotea-dores cumplían su correspondiente labor.
Quienes hacían el pegoteo de la impresión en linotipo y también de las Fridem eran trabajadores que como lo da a entender el término, pegando las cintas escritas a una columna armaban la pauta que venía a ser el machote de una página completa y a su tamaño normal de circulación.
No tuve la oportunidad de alcanzar la plana que también empleó La Industria, enorme máquina que fue ubicada en un depósito de periódicos cubierta como preciada reliquia. En alguna oportunidad conocí que en ese entonces (los años 70) aun había gente que operó esta maquinaria en Chiclayo, como ocurrió también en Trujillo, según artículos del doctor Raúl Fernández Amunátegui (Suplemento Bodas de Plata - 17 febrero 1977) a quien recuerdo como director del Gran Diario del Norte.
No voy a olvidar incluso mi labor en el viejo linotipo que ya daba sus últimos signos de vida útil cuando fui su operador bajo la vigilancia y permanente asistencia técnica del responsable, quien admirablemente se traía abajo la estructura de esta máquina cuando tocaba darle mantenimiento.
Aproximadamente dos años fueron los que se operó esta máquina en un ambiente, en ese entonces, casi frente a la redacción de la sección locales, donde estaban Valentín Alvarado Ramírez, Augusto Llontop Reluz, Víctor Perales Saavedra, Carlos Humberto López, Luís Heredia Castro, José Hernández Sánchez, Augusto Dávila Lint. Al lado la sección deportiva jefaturada por Daniel Enríquez Barco, trabajando con Víctor Espinoza, Herrera y al frente la Jefatura de Redacción con Cristian Díaz Castañeda.
Bien recuerdo que un poco más afuera, frente a la administración estaba la Dirección del Diario y en su sillón recostable y giratorio se veía siempre a don Miguel Benigno Febres Fernandini, revisando textos, dando visto bueno a éstos y por supuesto escribiendo su "De tronera a tronera", columna muy leída en la página editorial. Qué gratos e ilustres personajes del periodismo lambayecano.
Posteriormente llegaron a La Industria las novedades de su sistema: las picadoras y lectoras Fridem, con sistema de cinta que también tuve oportunidad de operar cuando quedó en desuso el linotipo. Llegaron las Varicomp, Photon, el Offset y la Rotativa Fairchild. En este sistema ya sofisticado, siempre en ese entonces, alternaban al frente y con responsabilidades: José Hoyos, Wilberto Navarro, Oscar Cobba y Felipe Alayo, en sus respectivas secciones.
Siempre con su preocupación de implementar con lo último de sistemas que utilizan los grandes periódicos del mundo, la familia Cerro no ha cesado en su afán y en el caso de Chiclayo, la gerente general María Ofelia ha seguido con su indesmayable dedicación a La Industria, patrimonio del periodismo lambayecano.
El sistema de computación que fue insertado en la redacción y toda la red de la empresa, dio como resultado un periodismo actualizado con agencias noticiosas como EFE y AFP que comenzaron a transmitir textos y fotos de diversas partes del mundo, las que se captan al instante de su despacho y en plena ocurrencia del acontecimiento.
Se recuerda asimismo que con ello pasó a la historia de La Industria el sistema de radio y sus operadores en Lima con el despacho y en Chiclayo el receptor, así como el viejo transmisor de textos que eran seleccionados por Luis Lara Loconi.
En la parte de Redacción se fue implementando el sistema de red computarizada. Textos que se elaboran, textos que son jalados para su revisión y corrección hasta darle el visto bueno. Aquí se le agrega su respectivo titular para ir a la diagramación que también se hace con este sistema empleando los programas más avanzados que existen en la era de la computación e informática.
La comunicación escrita actual y la del futuro exige y permitirá seguir asimilando los más sofisticados sistemas, para llegar oportunamente y bien implementada a la lectoría masiva. Sabemos que esto está en los planes de La Industria de Chiclayo, como seguramente algún día pensaron sus fundadores que sacaron a circulación el Diario el 17 de febrero de 1952.
Nota del autor:
Los profesionales del ramo sabrán dar explicaciones técnicas y completas de estos sistemas, antiguo y actual; el autor de la nota como ex integrante de la plana periodística de La Industria narra lo vivido desde sus pininos en esta Casa Editora de la calle Tacna en la Ciudad de la Amistad.
El linotipo, funcionaba con tecnología de composición en caliente, lo que permitía componer caracteres con plomo fundido que ingresaba a las matrices fabricadas en bronce.
Por: Wilfredo Salazar Llontop.
EN LA ÉPOCA DEL LINOTIPO no cabía aún la frase "se colgó el sistema" o "se colgó mi máquina", pues de lo único que podía hablarse era de las matrices y lingotes que eran descolgadas del ensamblador hasta llegar a la cajeta del operador y luego que éste las llevara al componedor para la impresión respectiva.
Tuve la oportunidad, en los años 70, de operar una de estas máquinas en el Diario La Industria de Chiclayo, para "linotipiar" los textos de las páginas Judiciales y clasificados. Una grata experiencia que no puedo olvidar, pese a que esta máquina de fierro, bronce y plomo con un tamaño superior a los tres metros, es posible que sí haya pasado al olvido por su no presencia material.
Pero, antes de adentrarnos más en este tema y del posterior adelanto del sistema de impresión periodística que emplean grandes editoras como La Industria de Chiclayo, debemos saber qué es el linotipo.
Por la operación directa del linotipo, además de indagaciones y consideraciones de conocedores de este sistema mecánico diremos que este tipo de máquina de fabricación alemana, inglesa y americana, funcionaba con tecnología de composición en caliente, lo que permitía precisamente componer caracteres con plomo fundido que ingresaba a las matrices, generalmente fabricadas en bronce.
En su estructura de fierro, lo más notorio era el ensamblador que almacenaba cantidad de matrices molde listas para bajar en el orden que le indicara el operador desde un teclado similar al de una máquina de escribir común. En este sentido se iba armando la escritura en texto y cantidades numéricas a una columna que venía a ser aproximadamente 4 centímetros de ancho, pudiendo incluso cortar palabras con su correspondiente signo o lo que podemos llamar pequeño guión.
Enseguida, este armado de matrices en una sola línea era llevado por un brazo-palanca a la canaleta donde se encontraba el plomo fundido y de esta manera se producía el moldeado de lo escrito en forma invertida sobre el filo del llamado lingote. De allí se desprendía este molde y caía ordenadamente en la pequeña cajeta a un costado del operador.
La composición de los lingotes era la segunda tarea, consistente en el armado en la caja donde se le colocaba tinta con rodillo de impresión, luego se colocaba el papel periódico para pasar por encima el impresor y dejar plasmada la escritura, lógicamente ya no invertida sino normal. En este proceso también se hacía revisión de textos y si se producía un error éste se corregía pero escribiendo lógicamente todo lo registrado en la línea, es decir tenía que armarse un lingote nuevo.
El trabajo de impresión entonces recién era llevado a los talleres donde los pegotea-dores cumplían su correspondiente labor.
Quienes hacían el pegoteo de la impresión en linotipo y también de las Fridem eran trabajadores que como lo da a entender el término, pegando las cintas escritas a una columna armaban la pauta que venía a ser el machote de una página completa y a su tamaño normal de circulación.
No tuve la oportunidad de alcanzar la plana que también empleó La Industria, enorme máquina que fue ubicada en un depósito de periódicos cubierta como preciada reliquia. En alguna oportunidad conocí que en ese entonces (los años 70) aun había gente que operó esta maquinaria en Chiclayo, como ocurrió también en Trujillo, según artículos del doctor Raúl Fernández Amunátegui (Suplemento Bodas de Plata - 17 febrero 1977) a quien recuerdo como director del Gran Diario del Norte.
No voy a olvidar incluso mi labor en el viejo linotipo que ya daba sus últimos signos de vida útil cuando fui su operador bajo la vigilancia y permanente asistencia técnica del responsable, quien admirablemente se traía abajo la estructura de esta máquina cuando tocaba darle mantenimiento.
Aproximadamente dos años fueron los que se operó esta máquina en un ambiente, en ese entonces, casi frente a la redacción de la sección locales, donde estaban Valentín Alvarado Ramírez, Augusto Llontop Reluz, Víctor Perales Saavedra, Carlos Humberto López, Luís Heredia Castro, José Hernández Sánchez, Augusto Dávila Lint. Al lado la sección deportiva jefaturada por Daniel Enríquez Barco, trabajando con Víctor Espinoza, Herrera y al frente la Jefatura de Redacción con Cristian Díaz Castañeda.
Bien recuerdo que un poco más afuera, frente a la administración estaba la Dirección del Diario y en su sillón recostable y giratorio se veía siempre a don Miguel Benigno Febres Fernandini, revisando textos, dando visto bueno a éstos y por supuesto escribiendo su "De tronera a tronera", columna muy leída en la página editorial. Qué gratos e ilustres personajes del periodismo lambayecano.
Posteriormente llegaron a La Industria las novedades de su sistema: las picadoras y lectoras Fridem, con sistema de cinta que también tuve oportunidad de operar cuando quedó en desuso el linotipo. Llegaron las Varicomp, Photon, el Offset y la Rotativa Fairchild. En este sistema ya sofisticado, siempre en ese entonces, alternaban al frente y con responsabilidades: José Hoyos, Wilberto Navarro, Oscar Cobba y Felipe Alayo, en sus respectivas secciones.
Siempre con su preocupación de implementar con lo último de sistemas que utilizan los grandes periódicos del mundo, la familia Cerro no ha cesado en su afán y en el caso de Chiclayo, la gerente general María Ofelia ha seguido con su indesmayable dedicación a La Industria, patrimonio del periodismo lambayecano.
El sistema de computación que fue insertado en la redacción y toda la red de la empresa, dio como resultado un periodismo actualizado con agencias noticiosas como EFE y AFP que comenzaron a transmitir textos y fotos de diversas partes del mundo, las que se captan al instante de su despacho y en plena ocurrencia del acontecimiento.
Se recuerda asimismo que con ello pasó a la historia de La Industria el sistema de radio y sus operadores en Lima con el despacho y en Chiclayo el receptor, así como el viejo transmisor de textos que eran seleccionados por Luis Lara Loconi.
En la parte de Redacción se fue implementando el sistema de red computarizada. Textos que se elaboran, textos que son jalados para su revisión y corrección hasta darle el visto bueno. Aquí se le agrega su respectivo titular para ir a la diagramación que también se hace con este sistema empleando los programas más avanzados que existen en la era de la computación e informática.
La comunicación escrita actual y la del futuro exige y permitirá seguir asimilando los más sofisticados sistemas, para llegar oportunamente y bien implementada a la lectoría masiva. Sabemos que esto está en los planes de La Industria de Chiclayo, como seguramente algún día pensaron sus fundadores que sacaron a circulación el Diario el 17 de febrero de 1952.
Nota del autor:
Los profesionales del ramo sabrán dar explicaciones técnicas y completas de estos sistemas, antiguo y actual; el autor de la nota como ex integrante de la plana periodística de La Industria narra lo vivido desde sus pininos en esta Casa Editora de la calle Tacna en la Ciudad de la Amistad.
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